martes, 19 de agosto de 2008

Fijando posición respecto de los viaductos

Nota publicada en NotiDrago Nº 15 de septiembre de 2007.

El 26/9/07 se publicó en Clarín una noticia sobre la suspensión judicial de obras en dos pasos a nivel de Belgrano R. Se trataba de la iniciación de las obras de sendos viaductos que atravesarían las vías en Monroe –mano hacia nuestro barrio- y en Olazábal –mano hacia Belgrano.

En la misma se especificaba que “cuatro vecinos” recurrieron a la vía judicial argumentando que dichas obras podrían agravar las inundaciones que se producen en ese lugar. Pero esa cuestión –que es de orden técnico y en ese nivel se deberá dilucidar- deja paso a otros motivos que también se mencionan en la misma nota: “generarán embotellamientos” e “impactarán en la calidad de vida de la zona”. El primero es poco serio, ya que afirmar que la existencia de viaductos producirá justamente lo que vienen a remediar y no aportar razones de peso, resulta un mero recurso polémico y a todas luces falsa.

El segundo es mezquino, porque consiste en poner el interés de pocas personas por encima del de otras muchas, las que esperamos hace años obras de este tipo para mitigar las penurias que causan diariamente los verdaderos embotellamientos actuales, que no sólo afectan gravemente la calidad de nuestras vidas, sino que de hecho la ponen en riesgo al bloquear la circulación de los vehículos de emergencias, provocar acciones temerarias de los conductores que suben a las veredas con el peligro que eso implica para los peatones para tratar de escapar de la encerrona y la polución sonora y ambiental, el consumo de combustible, el malhumor que se traduce en discusiones y agresiones.

Lamentablemente no resulta sorprendente que haya quiénes intenten bloquear estas obras con argumentos falaces, ya que tiempo atrás, otros lograron hacer clausurar muchos de los pasos a nivel de la zona –calles Pampa, Estomba, Plaza y Miller- para preservar a sus residencias del molesto paso de los vehículos, mientras los demás sufrimos las consecuencias.

Otro tanto ha ocurrido en la presentación del proyecto para el viaducto de Triunvirato realizado en la Asociación de Comerciantes de Villa Urquiza. En esa oportunidad, además de la preocupación atendible de comerciantes que pueden verse perjudicados en el momento de las obras con el bloqueo de sus entradas por tiempos en general poco respetados por contratistas y funcionarios, se sumaron intervenciones de vecinos que argumentaban contra las obras con las más variadas afirmaciones –en nuestro leal entender de una desmesura y carentes de la más mínima justificación- empañadas por una animosidad y una falta de vocación por el diálogo que resultan realmente preocupantes.

El proyecto que escuchamos, en el que se amplía el área peatonal por la supresión de una mano de Triunvirato entre Cullen y Blanco Encalada, bocas de ingreso y salida del viaducto, más las plazas secas a generarse entre Roosvelt y Monroe, implican una mayor comodidad para el desplazamiento de los caminantes y en definitiva una situación beneficiosa para la actividad comercial de la zona si es adecuadamente promovida y complementada por otras inversiones, por ejemplo la de construir playas subterráneas de estacionamiento –a precios accesibles, tal vez bajo administración pública- que posibiliten la detención de los vehículos, tanto de aquellos que vienen atraídos por el centro comercial como por los que buscan acceder al transporte público.

Queremos hacer constar el más enérgico repudio por estas actitudes egoístas e intransigentes que estamos ya acostumbrados a tener que escuchar en las cuáles se desconocen las necesidades colectivas y se insiste, de manera cerrada y caprichosa en hacer prevalecer privilegios minoritarios u opiniones trasnochadas.

Finalmente queremos comentar otros argumentos esgrimidos por vecinos, tal vez con la mejor intención, pero que terminan coincidiendo con la oposición a los viaductos. Se trata de aquellos que promueven el soterramiento o la sobre elevación de tramos de los trazados ferroviarios como una opción contraria a los viaductos. Cuesta evaluar estas propuestas, que necesariamente requieren de una planificación global urbana que hoy no existe. También es posible pensar en que obras de esa envergadura requieran de un endeudamiento externo –con lo que no comulgamos salvo por una circunstancia extrema. Pero en definitiva, si la morosidad en la que incurren los gobiernos municipales en las obras más simples es tan grande ¿no cabe pensar que con emprendimientos de mayor envergadura sólo lograremos retrasar los tiempos de soluciones posibles?

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